Nimiedades I

Nimio, petiso y feo, no tiene nada que hacer de su vida. Es un total e incurable inútil. Sigue los pasos del cenicero para motos. Sus ídolos son el aguatero del equipo nacional de cricket y el ñoqui del juzgado de su barrio. Es feliz cada vez que el semáforo cambia de color, y se emociona cuando gotea la canilla de su toilette. Para el año que viene se propuso empezar un curso de bordado de cortinas hechas con tela barata.
Sin embargo sus aventuras son muchas, y si bien son poco interesantes, se las hago llegar para deleite de lo absurdo, de lo innecesario. En definitiva, porque estoy al pedo.

Haciendo un poco de historia podemos recordar que Nimio nació de una relación infructífera entre el hijo de un político y una profesora de origami. Sin embargo en su primer día de vida fuera del útero materno fue dado en adopción, por lo que nunca conoció a sus padres biológicos. Tampoco conoció padre adoptivo alguno porque nadie supo apreciarlo. En definitiva, no tenía a nadie, su existencia había transcurrido solitaria e indiferente a las relaciones personales. No conocía el amor hasta que su vida se cruzó con la de Simia, una chimpancé del zoologico de Buenos Aires.

Fue un momento mágico. Él había salido a pasear, puesto que no tenía nada que hacer, y ella, bueno ella no podía ir a ningún lado porque estaba ahi encerrada. Él tenía puesta su remera favorita, una toda blanca, y ella, nada. Él se acercó a los barrotes y arrojó un par de maníes, ella no reaccionó. Cuando estaba por irse para la jaula de las aves de corral, se dió vuelta y sintió un golpe en la nuca. Simia le había devuelto el gesto, y quería compartir el maní con él. Se estremeció, ruborizó y salió corriendo. Fue un momento tan romántico.

Desde ese día en adelante su vida cambió. Ahora cada vez que pasan un documental sobre chimapncés en Animal Planet, él está fiel prendido a la pantalla.

Estas y muchas historias más son las que caracterizan a Nimio.

Continuará...