17 diciembre 2005

Abandonado a su suerte allí yacía. Esperando que alguien le de vida nuevamente. Cubierto de polvo, sus hojas duras, abandonadas, sin que nadie siquiera repare en ellas unos segundos. Toda esa sopa de letras ordenada de una forma majestuosa, artística, sin que nadie pueda apreciarlo. Sin que nadie quiera apreciarlo. Parecería que la cultura se olvidó, que su dueño nunca se interesó en él. De a poco se torna amarillento y sus capítulos se endurecen, haciendo que cada día sea menos posible su lectura, sus letras se desvanecen y su tapa se corroe. La repisa es un lugar solitario, en el que es uno más de tantos. Tantos que se recibieron pero nunca fueron estrenados. Justo como él, utilizados simplemente como material de adorno, para alardear, para hacer creer a los visitantes lo que no es.
Así pasaran los años hasta que los libros ni siquiera sirvan como material de adorno, y simplemente sean totalmente desplazados por la Internet o por la televisión. Tanto pasado, tantas historias, todas esas emociones guardadas para que la polilla y la herrumbre acabe con sus cuentos. Me parece que voy a hacer una obra de caridad y empezar a leer un libro.

2 comentarios:

Fernando Travaglini dijo...

boluda... empezas en pasado y seguis en presente... no tiene coherencia... pero me gusta! jajja.

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Aún así, creo que los libros permanecerán...

el libro digital...

el libro con hojas de papel...

el libro tu libro
tú eres libro

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Escribe, escribe un libro Socram...