30 marzo 2006

Meditaciones de un hombre somnoliento

Es tarde, no lo suficiente como para irme a dormir, pero si como para sentir los estragos que hicieron en mí las horas de este día, que ni el café más cargado ni la bebida energizante más dura pueden ocultar. Me gustaría poder fantasear sobre sucesos extraordinarios que sorprendan a todos, pero me guardo los sueños para la hora de la siesta. No hay que desperdiciarlos en momentos en que uno controla todo lo que pasa, se pierde la sorpresa. Mejor es estar dormido, pensar que todo es real y todo se siente de verdad. Todo sustentado por una fantasía elaborada por la imaginación, restos diurnos y quién sabe qué deseo perverso y oculto de querer matar a nuestro padre y poseer a nuestra madre. El único problema es que uno no puede recordarlos enteros, con una cronología sensata e inteligente, sino que son una sopa de sensaciones alegres, amargas, iracundas y extremadamente confusas servidas con una salsa de imágenes que son pero no son, de personas que mutan y lugares que están y se van a antojo. Seguramente eso sería mucho más interesante que mis pensamientos de persona somnolienta pero lamentablemente quedan en la almohada y en el inconsciente. Algunos hacen el intento de anotar lo que sueñas ni bien se despiertan pero creo que intentar describir los sueños y ponerlos en palabras es una cosa imposible, es un esfuerzo en vano. Los sueños son inefables. Ponerles palabras significa agregarles racionalidad y eso es justamente lo que no son. Se pierde ese no se qué…
Pero como dije antes prefiero guardar los sueños para otros momentos. En este instante prefiero ponerme a pensar en el Mundo Envoltido (estoy en esa condición, el famoso estado alfa), en sus no dimensiones y su gran misterio. Como se imaginarán todavía no hay pruebas contundentes de que su puerta haya sido hallada, pero últimamente tengo la sensación de que está cerca. Algo así como un presentimiento. Todos los días me levanto con un cosquilleo en la panza. Quizá fue la comida mejicana del otro día (el ají putaparió estaba jodido), pero algo me dice que no es solo la biología. Es algo más profundo, algo que me retuerce hasta lo irretorcible. Algo me dice que la entrada está cuando el avión despega, sentís que todo el cuerpo tira para abajo pero seguís subiendo, se te tapan los oídos y todo te parece gracioso. Esa sensación de que te quedan muchos lugares por recorrer, mucho por aprender y conocer.
¿Quién sabe? Solo es una conjetura más. En un par de semanas hago la prueba y les digo…

6 comentarios:

breton dijo...

vo avizame loco eh... se pudre sinó. el mundo envoltido elo ma grande que hay logo, es re groso.
como vos
adió

Anónimo dijo...

La biología no es nada, el sentimiento lo es todo... Hacele caso... El cosquilleo no es mas q las meras ganas de partir a ese extraordinario viaje q te espera!

(q buena estaba la comida mexicana! Pero q lo pario a ese aji! Puta q lo pario!)

Mateo dijo...

Para mi que cuando encuentres la puerta no te vas a animar a cruzar. Yo no me animaría. Y si del otro lado está la locura?

Socram dijo...

No es malo estar loco... lo malo es darse cuenta.

Fernando Travaglini dijo...

necesito viajar al sur. AL SUR!!! contigo! y alguien mas, como aquel año... necesito ESA paz.

Socram dijo...

¿Te da miedo venir conmigo solo?