Con los ojos entrecerrados, intentando divisar alguna que otra forma en la solitaria nube que volaba sobre mi cabeza, meditaba sobre las satisfacciones de nuestra estadía en este montón de rocas. La arena tibia se acomodaba bajo mi cuerpo y el vaivén de las olas me inducía un sueño de lugares placenteros, mieles y músicas divinas. Jugando con mi mano en la arena quería vislumbrar el momento en que se puede afirmar con total certeza que se está disfrutando. Así, entre teoría y teoría, se me fue la tarde y de vuelta en el hostal, sobre la calle Flamenco cerca de la plaza San Juan de Dios, sentado sobre mi cama después de la ducha, entendí todo: no hay que entender nada, simplemente hay que disfrutarlo.
¿Por qué digo esto? Porque los sentimientos no tienen traducción, y nosotros para entender algo, racionalizarlo, dependemos enteramente del lenguaje. No hay lenguaje para el goce; por lo tanto no hay comprensión.
Disfruten.
5 comentarios:
se acabó. vos tenés que leer a alberto cairo. se parecen tanto que podrían ser hermanos de cerebro.
alberto caeiro
http://www.enfocarte.com/3.18/pessoa/caeiro.html
Ta bueno, tiene algunas cosas que me gustan, pero no comparto su materialismo tan extremo.
si, pessoa admite que lo concibió a ese personaje como un extremista.
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