Todos los días me levanto dos veces. En la primera me despierto, mi día empieza y transcurre plácidamente, hasta que cosas extrañas empiezan a suceder. Es cuando me doy cuenta de que en realidad sigo dormido, que todo lo que pasa es en vano y ese esfuerzo que sufrí para poder levantarme es mentira. Me doy cuenta de que el despertador todavía no sonó y voy a tener que soportarlo a pesar de haberme despertado ya una vez, tengo que volver a sufrir. Es cuando el sueño pierde el sentido y la emoción, porque sé que nada es real y lo único que puedo hacer es pensar en que todavía me queda todo un día por delante, sin importar todas las hazañas que ya logré en mi primer día de este día. Es algo intolerable que al fin y al cabo logra que me despierte. Entro en conciencia angustiado para esperar a que suene el despertador y me indique que llegó la hora de empezar la rutina.
Me levanto tan dormido que en realidad no sé cómo me desperté y hasta me hace dudar si es cierto que estoy despierto o estoy en una red de sueños de los cuales voy despertando a medida que me doy cuenta cuál es la mentira que contiene cada uno de ellos. Es más, no se si vale la pena terminar de escribir esto porque en cualquier momento me despierto al descubrir la mentira de un yo escritor…
Me levanto tan dormido que en realidad no sé cómo me desperté y hasta me hace dudar si es cierto que estoy despierto o estoy en una red de sueños de los cuales voy despertando a medida que me doy cuenta cuál es la mentira que contiene cada uno de ellos. Es más, no se si vale la pena terminar de escribir esto porque en cualquier momento me despierto al descubrir la mentira de un yo escritor…
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