La luz de la ciudad me llega desde la oscuridad de la noche a través del vidrio sucio y rayado. Así como viene, se va a toda velocidad. El estruendo de la serpiente de hierro me estalla en los oídos. El piso hostilmente duro, cubierto de polvo traído por miles de zapatos, es el único apoyo que encuentro. El tren frena en la estación y hace su intercambio de desconocidos con el andén. Estos circulan con total comodidad vigilando sus relojes y pertenencias.
Yo, en mi mundo, solamente pienso en ese rincón entre los árboles, en medio del bosque, con el río y tu respiración como único sonidos de fondo, en el que fuimos felices.
07 mayo 2007
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6 comentarios:
Andá a vivir al campo y dejate de hinchar los huevos.
Es bueno verte postear.
Volviste. Que se cuenta Ariel?
Volví a emerger.
Ariel se cuenta las escamas. Todos los días el conteo le da distinto.
Estupidos peces.
Estúpidos y bellos
mis peces se mueren!
recuerdos...
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