20 junio 2007

-Pase señor, ¿hasta dónde viaja?- le preguntó el colectivero.
-Hasta Corrientes. ¿Usted me avisa?
-Son 3 paradas más.
-Gracias.
Se sienta en el segundo asiento de la derecha del 152. No es lo más cómodo, pero a esa hora, en esa línea de colectivo, es un lujo. El viaje, en el tráfico reinante de la ciudad, duró unos 20 minutos. En el constante e insoportable bullicio de los motores, las bocinas, las charlas a los gritos de las vuelta del laburo y algún que otro loco que escucha heavy metal a todo lo que da en su iPod, no se puede distinguir nada; todo se vuelve confuso. A la segunda parada se levanta de su asiento y a los empujones entre la gente indiferente se hace camino a la puerta delantera. La puerta se abre, baja el primer escalón y el segundo lo traiciona. Estaba más lejos de lo que parecía, trastabilla, sus piernas le fallan y queda colgando de un par de dedos de la baranda.
A alguno de la cola se le escapa una sonrisa burlona al ver como el bulto se precipita con violencia hascia el asfalto. Osa escapársele una carcajada que se corta en seco a la mitad; su expresión pasa a ser la de consternación en cuestión de segundos y un frío sudor le recorre la frente al ver cómo el pobre diablo recoge su bastón blanco y se aleja quejumbroso.

5 comentarios:

Fernando Travaglini dijo...

esta muy bueno!! lo lograste bastante muy bien

Mateo dijo...

Mal tipo

breton dijo...

Pensé que se trataba de cieguitos.

Socram dijo...

breton, no te hagas el inteligente. Admití que te impactó muchísimo y que tenía un final inesperadísimo. Estoy esperando tu post.

Anónimo dijo...

La verdad que no tenía como esperarmelo. Me gustó.
No esperes mas por mi post, pasá a leerlo nomás.